Caras de asombro, entusiasmo, curiosidad y trabajo colaborativo, es parte de lo que se puede percibir en las clases del taller extracurricular de robótica educativa, que un equipo de académicos y estudiantes de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas de la Universidad de Playa Ancha, se encuentran implementando en la escuela Estado de Israel, ubicada en Playa Ancha, Valparaíso. El proyecto involucra a alrededor de 30 alumnos y alumnas de 4°, 5° y 6° básico de dicho establecimiento.
La iniciativa fue seleccionada en la convocatoria 2017 de la Incubadora Universitaria de Procesos Cooperativos (IUPC) -enmarcada en el Convenio de Desempeño “Innovación Social para el desarrollo territorial de Playa Ancha” (CD UPA 1301) y en la política de la Dirección General de Vinculación con el Medio-, por lo tanto, se caracteriza por ser fruto de un diálogo entre el territorio, en este caso, la escuela, y la casa de estudios, lo que significa que responde a un trabajo coordinado y conjunto.
El objetivo principal, según explica el responsable del proyecto, Mg. Juan Carlos Medina, del Departamento Disciplinario de Matemática y Estadística, ha sido estimular la generación de capacidades y habilidades de pensamiento computacional, con el fin de potenciar los aprendizajes matemáticos.
“Se busca desarrollar habilidades, destrezas en los niños y un pensamiento algorítmico, que les permita ver la matemática desde otro punto de vista. Ellos van trabajando conceptos matemáticos en algo que es concreto y real, porque el niño necesita lo concreto y lo abstracto”, explica el académico, quien aclara que para la realización de este taller extracurricular, han ocupado recursos y dispositivos tecnológicos como los programas Scratch y S4A, las placas programables de Arduino y el uso de sensores para la captura de datos.
Conceptos como los números negativos y la medición de ángulos han sido trabajados a partir de este taller, que se transformó en la continuación de un proyecto que partió durante el año pasado en la escuela, pero que dado el éxito obtenido, fue solicitado por el establecimiento para ser nuevamente ejecutado, incluyendo, esta vez, a los estudiantes de 4° básico.
“Nosotros que trabajamos en una escuela municipal, con niños que a veces no tienen la posibilidad de estas herramientas, consideramos que la universidad abrió las puertas en ese aspecto. Si bien, comenzamos en un trabajo bastante lento primero, esto ha permitido que los niños se motiven, que aparezca ese deseo por ir investigando, por ir aprendiendo”, dice la directora de la escuela Estado de Israel, Adriana Salazar Espinoza.
Así, más allá de ser otra clase dentro de la semana, estas sesiones se han convertido en un espacio en el cual el conocimiento no sólo se adquiere de manera lúdica, sino que además, se construye desde la propia experiencia de la programación o la manipulación de elementos.
“Como nosotros permitimos que ellos construyan la matemática a partir de lo que saben y de lo que están haciendo, pasó, por ejemplo, que no conocían el concepto de número negativo, entonces, ellos lo llamaron como “impositivo”. O sea que tenían más o menos una idea de lo que era, pero no tenían una definición formal que era de la parte matemática, entonces, igual se ha notado que han aprendido”, cuenta Andrés Muñoz Rojas, uno de los estudiantes de Pedagogía en Matemática y Computación, que se encuentra participando de esta iniciativa.
Una opinión similar es la que tiene el profesor del 4° básico, Juan Enrique Osses, quien además está a cargo de la asignatura de matemática. Para él, este proyecto ha permitido incluso que los niños puedan conocer y aprender contenidos que son de cursos superiores.
“Hay conceptos que se han trabajado en este taller, a través del programa Scratch, que a los chicos les han servido, primero, porque hay algunos que no saben los números negativos, lo que significa el desplazamiento hacia delante y el desplazamiento hacia atrás. Ellos no saben signos negativos. En este nivel no se pasan los números enteros, pero con esto, ellos suman y restan números enteros, pero sin saber que están sumando y restando números enteros. Entonces en ese tipo de cosas, intuitivamente a través del proyecto, los chicos han ido aprendido ciertos conceptos que les van a servir no solamente en 4°, sino que en 5° 6 ° o más adelante”, dice el docente.
Sin embargo, este taller extracurricular ha permitido no sólo fortalecer los aprendizajes en matemática, sino que gracias a su metodología, también ha dado la posibilidad a que los niños y niñas generen otras habilidades, que son fundamentales para su formación personal y para su rendimiento en otras asignaturas. “Hemos ido viendo cómo los niños de a poquito han ido logrando trabajar en equipo, que es súper importante, y también cómo muchas de las tareas que tienen que realizar, tienen que aprender primero a leer, desarrollando la comprensión y, en el fondo, a pensar. Buscar cuál es la mejor solución y llevarla a cabo”, dice la directora del establecimiento.
La robótica educativa implica de esta manera una modificación en la forma de razonar de los niños y niñas, plantean los encargados del proyecto, ya que está relacionada con el pensamiento algorítmico o lógico, que tiene ver con procesos, que integran acciones u operaciones, que se deben ejecutar para resolver un determinado problema.
“Cuando nosotros, en las guías, los enfrentamos a un desafío, en el fondo, lo que hacemos es agregarles una complejidad y ellos tienen que ver cómo la resuelven. Entonces deben pensar en el proceso: cómo modifican lo que ya hicieron, qué cosas le tienen que agregar, dónde se las tienen que agregar, qué instrucción les sirve, qué no les sirve, o sea, están pensando algorítmicamente, es decir, en cómo resolver algo, en términos de acciones y procesos”, explica el Dr. Óscar Caneo, del Departamento Disciplinario de Matemática y Estadística de la UPLA, quien también participa en este proyecto.
Equidad social
El taller, al ser de carácter extracurricular, también cuenta con recursos de la Ley de Subvención Escolar Preferencial (SEP), de acuerdo a lo que cuenta la directora de la escuela, quien agrega que gracias a eso, se pudo comprar más material, para sumarlo a los recursos financiados por la UPLA, a través de la Incubadora Universitaria de Procesos Cooperativos.
En relación, a lo anterior, el académico Óscar Caneo, quien además es Coordinador de Vinculación con el Medio de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas, dijo: “Esto es parte, también, del compromiso que debemos tener con estudiantes que tienen menos posibilidades o, muchas veces, ninguna posibilidad de acercamiento con la tecnología, porque aquí, si bien es cierto, hay propósitos cognitivos o de aprendizaje, el hecho de estar trabajando con recursos tecnológicos, va haciendo que ellos se acerquen a la tecnología o por lo menos a un área de la tecnología, que nosotros sentimos que en otras condiciones sería casi imposible que lo tuvieran. Entonces, también, se trata de aportar en alguna medida a que puedan estar en mejores condiciones” manifiesta Caneo, respecto a este “deber ser” de una universidad pública y estatal como lo es la UPLA.
Y qué mejor que los propios protagonistas para explicar lo que ha significado esta iniciativa en el establecimiento. Antonella García, por ejemplo, quien cursa 4° básico, dice: “es muy bueno, porque nos ayuda a aprender más sobre tecnología y a crear juegos”, mientras que su compañero, Damian Ossega, califica el taller como “divertido”: “Estar con mis compañeros, haciendo un autito. Eso es lo que más me gusta de la clase”, agrega.
Como es característico en los proyectos de incubación UPLA, la idea no sólo es lograr un impacto en el territorio, sino que también traer conocimientos hacia la universidad. En ese sentido, el profesor Caneo destaca la experiencia de poder trabajar con alumnos de educación básica: “El desarrollo del propio proyecto resulta una cuestión bastante apasionante, sobre todo porque estamos explorando lo que significa trabajar con niños pequeños. Si bien nosotros somos profesores del nivel universitario, que hicimos clases en enseñanza media en algún momento, nunca trabajamos con niños pequeños, en este caso de de nivel básico, y el propio trabajo ha ido mostrando cosas que son realmente interesantes, incluso muchas de ellas que ni siquiera imaginábamos que era posible conseguir, desde el punto de vista cognitivo”, dice el académico.
Andrés Muñoz también destacó que este proyecto le ha dado la posibilidad de acercarse a la práctica pedagógica pero, por sobre todo, ha sido beneficioso en su formación, ya que le ha permitido actualizarse y profundizar en ciertos contenidos: “En la época en la que estamos, se ocupa mucho la tecnología, entonces también nos da la oportunidad de perfeccionarnos en el ámbito del uso de las nuevas tecnologías, que se están implementando para enseñar, como el uso del Scratch, que igual no es un programa complicado de usar, pero muchos no saben hacerlo. Entonces, igual es una bonita oportunidad para aprender y seguir mejorando en ese tipo de área”.